Bien es cierto, que estamos ante un cambio generacional que poco a poco va a empujar hacia un cambio de enfoque de la gestión de los equipos humanos en restauración. Esto va a obligar a los restauradores a innovar en soluciones, donde se equilibre, por un lado, la sostenibilidad de la plantilla en el tiempo, la motivación de la plantilla, y por el otro, la eficacia operativa del equipo y rentabilidad del mismo.
La tendencia de los nuevos propietarios más jóvenes pasa por reorientar los horarios y los modelos de negocios. Algunas tendencias que se afianzan son:
- Modelos de negocio con propuestas más definidas en oferta gastronómica, target de cliente objetivo y horario de apertura. Ya no se abre desde primera hora de la mañana hasta la última de la noche, ya no se ofrece de todo y ya no me dirijo a todos los públicos.
- Se plantea la jornada semanal de cuatro días laborables de manera seria, con un efecto llamada interesante, para poder equilibrar los días de fin de semana y las horas de más, de los días que se trabajan.
- Bajan también las jerarquías, hacia organigramas más colaborativos incluyendo los organigramas funcionales circulares.
- Se apuesta más por una plantilla menos numerosa pero más efectiva y productiva, donde el salario de los integrantes también se eleva.
- Se utiliza cada vez más las fórmulas de la integración de todo el personal en la rentabilidad, con la participación activa en el negocio (socios …).
- Estudios más serios de dimensionado de plantilla, es decir, poner el coste del personal en función de la producción, de una manera realista pero más eficaz.
- Las nuevas generaciones se plantean la restauración no tanto como negocio sino como proyecto de vida personal, donde son sus propios jefes y trabajan la libertad que “les marca el cliente”.
En definitiva, modelos gastronómicos más concretos, negocios pequeños y de autor, donde se concilia la vida personal con la familiar y donde se es feliz haciendo lo que a uno le gusta.